DE

UE - Mercosur
Más geopolítica y menos proteccionismo

La Unión Europea debe finalmente cerrar el Acuerdo comercial con el Mercosur una vez culminadas las elecciones del Parlamento Europeo. De lo contrario, China y Rusia seguirán ganando influencia global.
EU-Kommissionspräsidentin Ursula von der Leyen und Brasiliens Präsident Luiz Inácio Lula da Silva. © picture alliance / ZUMAPRESS.com | Frederico Brasil

EU-Kommissionspräsidentin Ursula von der Leyen und Brasiliens Präsident Luiz Inácio Lula da Silva. © picture alliance / ZUMAPRESS.com | Frederico Brasil

Resulta imposible de entender que desde 1995 se ha estado trabajando en el acuerdo de libre comercio entre los países del Mercosur y la Unión Europea. Desde 2004 se intensificaron las negociaciones, y desde 2019 hay un proyecto de acuerdo más o menos completo. En ese entonces, fracasaron las negociaciones desde europa debido a la resistencia de Austria, luego llegó la crisis de Covid19, y ahora Francia se opone, debido a la resistencia de los agricultores del país.

La conclusión del acuerdo se ha pospuesto hasta después de las elecciones europeas, especialmente porque el nuevo presidente argentino, Javier Milei, está ocupado reformando radicalmente su país en términos económicos y financieros, promoviendo una apertura de mercado. Este cambio de paradigma, en caso de que funcione, sería asertivo para lograr el Acuerdo UE-Mercosur.

De cualquier manera hoy en día ya es válido afirmar que, si después de casi 30 años de trabajo no se llega a un acuerdo, sería un desastre comercial sin precedentes. Pero más que eso: sería un fracaso que podría costarle caro a Europa, como otro importante elemento en el declive de la importancia económica y política de nuestro continente.

Hay básicamente dos razones:

  1. Los cuatro países del Mercosur - Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay - juntos forman un área económica muy importante. Son desde la perspectiva europea, sin duda el núcleo de Sudamérica. Estas naciones emergentes están en camino de convertirse en países industrializados altamente desarrollados. Desafortunadamente estos países, a excepción de Uruguay, no han aprovechado del todo su potencial durante muchos años debido a decisiones proteccionistas erróneas. Sin embargo, en todos estos países ahora hay serios intentos de cambiar esto para mejor, mediante la apertura de sus mercados. Todos ellos tienen abundantes recursos naturales (especialmente tierras raras) y una agricultura y ganadería fuerte por un lado, y por otro, mucho sol, agua, viento y bosques, lugares ideales para la nueva era energética en la que las energías renovables deben reemplazar a las fuentes fósiles. Entonces, desde una perspectiva económica y medioambiental,  el Mercosur es un socio ideal para una futura división global del trabajo que se extienda también a través del Atlántico.
  2. Los cuatro países del Mercosur son democracias estables con fuertes lazos culturales con Europa. En este sentido, se pueden comparar con los Estados Unidos y Canadá. Por lo tanto, es lamentable que el comercio entre el Mercosur y la UE no tenga ni remotamente la misma dinámica que tiene el comercio del Mercosur con China. En la última década, este último se ha duplicado, y en 2022 ascendió a 192 mil millones de euros, en comparación con los 123 mil millones de euros entre el Mercosur y la UE. Es alarmante que Europa este perdiendo relevancia  económica en la región. Y esto no sólo se aplica al comercio, sino también a las inversiones. China continua expandiendo su influencia como parte de su estrategia global de capitalismo de Estado. Al igual que en África, la región es muy atractiva por sus recursos naturales. De continuar esta estrategia, se vislumbra una mayor asimetría geopolítica a favor de China. Rusia también utiliza su influencia a través de la dependencia en las entregas de fertilizantes, que por ejemplo, representa el 75% de las importaciones totales de fertilizantes de Brasil.

Por eso, desde el punto de vista económico y geopolítico, el escenario es favorable para una rápida conclusión del Acuerdo Comercial UE-Mercosur. La actual visita del presidente francés Emmanuel Macron a Brasil trae esperanzas de que bajo bambalinas se pueda llegar a un arreglo y que el Acuerdo con el Mercosur no está del todo descartado. Por otra parte, los argumentos en contra del Acuerdo son limitados. Debería haber formas de fortalecer la competitividad de los agricultores europeos para que puedan enfrentar la creciente competencia de América Latina. Un alivio significativo de los requisitos burocráticos de la UE para la agricultura sería el camino correcto, especialmente para la ganadería y la agricultura de cereales y vino. Lo mismo se aplica al cambio climático: más allá del ámbito comercial, debería haber acuerdos para garantizar que, sobre todo Brasil, tenga un incentivo para proteger sus valiosos bosques tropicales como sumideros de carbono y no avance con la deforestación para la producción de soja. Además, el Amazonas no se salvará simplemente porque Brasil comercie menos con Europa, cuando la alternativa obvia es el comercio de Brasil con China,  que no presenta objeciones.

Por último, en Europa deberíamos recordar la experiencia con el fracasado Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) con los Estados Unidos a mediados de la última década. El acuerdo no se materializó principalmente porque los grupos ecologistas se opusieron a él. Utilizando imágenes aterradoras de pollos tratados con cloro que dañarían a los consumidores y tribunales de arbitraje que servirían a las grandes corporaciones estadounidenses. Por lo tanto, hoy en día nos faltan garantìas contra el proteccionismo unilateral de los estadounidenses, que Biden practica con una política industrial bastante agresiva y que Trump intensificaría si llegara al poder. Algo similar podría suceder en América Latina: aquellos que cierran la puerta fácilmente a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay no deberían sorprenderse si estos países, en una nueva configuración política, buscan otros socios o caen en un nuevo proteccionismo.

Entonces, el tiempo apremia. Es necesario finalizar el Acuerdo entre la UE y el Mercosur posterior a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Sin embargo, el reciente rechazo del Senado francés a la ratificación del acuerdo comercial entre la UE y Canadá (CETA) no augura nada bueno. Si seguimos así, Europa nunca se convertirá en una potencia económica global sólida.