Guerra en Europa
Guerras y migraciones
Como es sabido, las guerras (junto con la pobreza, las catástrofes naturales o las persecuciones) son una de las razones que está en la raíz de los movimientos migratorios, de los desplazamientos significativos de personas. Si bien con frecuencia los debates políticos en el ámbito europeo tienden a producirse en torno a la migración por motivos económicos, periódicamente (y desgraciadamente) distintos conflictos armados, más o menos próximos, inciden de manera directa en los flujos migratorios hacia nuestro continente.
En el recuerdo de los ciudadanos europeos, antes del conflicto que desde febrero de este año ha estallado en Ucrania, está sin duda la guerra de Siria que, aunque comenzada en 2011, no afectó de manera importante a Europa desde el punto de vista migratorio hasta el verano de 2015. Sin embargo, además de estos conflictos especialmente relevantes para Europa, la ONU registraba en 2018 refugiados que huían de conflictos armados procedentes de Sudán del Sur, Yemen, República Centroafricana, Nigeria, Burundi, Somalia, Etiopía, Sudán y de la República Democrática del Congo.
En el momento de escribir estas líneas (mediados de abril de 2022), la última actualización del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que más de 4,7 millones de personas han huido de Ucrania desde el comienzo de los ataques rusos, el pasado 24 de febrero. Concretamente, ACNUR cifra en 4.736.471 el número de refugiados (datos del jueves 14 de abril), lo que supone casi 80.000 personas más que en el recuento del día anterior. Este número de desplazados a causa de un conflicto armado es ya el más alto desde la Segunda Guerra Mundial. El 90% de quienes huyen son mujeres y niños, pues los hombres mayores de edad tienen la obligación de permanecer en su país para ayudar a su defensa.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que en Ucrania hay 7,1 millones de desplazados internos, es decir, de ciudadanos que no han salido del país pero que se han visto obligados a abandonar su hogar por causa de la guerra. En total, pues, casi doce millones de personas han tenido que dejar su casa, bien cruzando las fronteras para alcanzar alguno de los países vecinos, bien desplazándose a otro lugar de Ucrania más seguro. Para contextualizar mejor estos datos, hay que recordar que, antes de que comenzara la guerra, la población de Ucrania (en los territorios controlados por el gobierno de Kiev, es decir, excluyendo Crimea y las zonas del este del país controladas por los separatistas prorrusos desde 2014) era de algo más de 37 millones de personas. Es decir, la guerra con Rusia ha provocado el desplazamiento (interno o externo) de aproximadamente el 31% de los ciudadanos ucranianos.
ACNUR nos proporciona también la distribución de las personas refugiadas en otros países: Polonia es, con mucha diferencia, el estado que acoge el número más alto de refugiados: 2.694.090 han entrado en ese país desde el pasado 24 de febrero. En segundo lugar, Rumanía, que ya ha acogido a 716.797 personas. En Rusia, el número de refugiados se situaba en 471.014 el pasado 13 abril (ACNUR ha señalado al respecto que entre el 18 y el 23 de febrero, inmediatamente antes del comienzo de la guerra, 105.000 personas se trasladaron a ese país desde los territorios separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk). A continuación, Hungría ha recibido a 440.387 ucranianos. Moldavia, con 417.650 refugiados, es el quinto país por número de acogidas (la cifra es significativa, pues Moldavia tiene 2,6 millones de habitantes, y es uno de los países más pobres de Europa). Finalmente, Eslovaquia ha recibido a 326.244 refugiados y Bielorrusia a 22.428.
La importancia estratégica y política que la agresión rusa a Ucrania tiene para Europa seguramente explica las acusadas diferencias existentes entre la acogida que en su momento se dio a los refugiados sirios y la que ahora se dispensa a los ucranianos. Quizás un dato pueda resumir este cambio de consideración como ningún otro: Polonia y Hungría, dos países pertenecientes al Grupo de Visegrado, se negaron (junto a la República Checa) a cumplir el acuerdo alcanzado por la UE en septiembre de 2015 para el reparto de 160.000 refugiados sirios llegados a Grecia e Italia. En la situación actual, estos dos países, fronterizos con Ucrania, están, sin embargo, como acabamos de ver, entre los que más refugiados ucranianos han acogido desde el inicio de la guerra hasta la fecha. La consideración de Ucrania como parte de Europa, el hecho de que los ucranianos hayan sido durante la última década migrantes económicos en diferentes países de la UE, parecen contribuir a que los europeos conceptualicen a los ucranianos como iguales, y sientan la agresión hacia ellos como (casi) propia, sin que haga falta un elemento simbólico (como, en septiembre de 2015, supuso la imagen del cadáver de Aylan Kurdi en una playa turca) que desencadene la solidaridad.
Luis Guerra, doctor en Filología, es investigador asociado del proyecto INMIGRA3-CM, financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.