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Elecciones en Honduras
Elecciones en Honduras, aprender de los errores.

Votacion en urna en Honduras
© FNF Latam

Contexto

Hasta la crisis política del año 2009, Honduras se caracterizó por tener un sistema político bipartidista donde predominaban dos partidos centenarios: el Partido Liberal de Honduras y el Partido Nacional de Honduras

Esta situación cambió drásticamente debido a dos factores: la incursión en la política del ingeniero Salvador Nasralla, creando el Partido Anticorrupción (PAC), y el brusco giro ideológico de Manuel Zelaya que lo llevó a abandonar el Partido Liberal y crear el Partido Libertad y Refundación (LIBRE). Ambas instituciones participaron en las elecciones generales del año 2013.

Sin duda, este cambio del bipartidismo al multipartidismo que se dio de facto en la política hondureña; no fue acompañado por un cambio en el sistema electoral del país, ya que su diseño, estructura e institucionalidad no correspondían a la nueva realidad. Desde el año 2013, una serie de analistas e instituciones hondureñas y extranjeras sugirieron un gran número de reformas a la institucionalidad electoral del país, que lamentablemente no fueron adoptadas por los políticos.

Una de las tantas reformas que se plantearon fue la necesidad de recurrir a una segunda vuelta, ya que al estar fraccionado el espectro político, quien ganase las elecciones generales no contaría con el apoyo de la mayoría de la población y un porcentaje muy bajo de aceptación dentro de la población, como se vio en las elecciones del 2017 con un 42.95 % - Juan Orlando Hernández y el 2021 un 51.12 % - Xiomara Castro.

Al no existir segunda vuelta, la contienda interna y primaria dentro de los partidos mayoritarios (Partido Liberal, Partido Nacional y Partido Libertad y Refundación), se vuelve cada vez más importante, ya que perfila posibles alianzas y marca una pauta de la institución política con mayor caudal propio o “voto duro”, como se le conoce en Honduras. El ciudadano quiere que su voto sea útil y, al no existir la segunda vuelta y no tener acceso a encuestas creíbles, el voto de castigo toma mayor relevancia.

A lo anterior debe sumarse el hecho de que las elecciones internas y primarias de los partidos mayoritarios son abiertas. Cualquier ciudadano puede votar en el proceso primario e interno del partido que desee, sin necesidad de tener militancia en el mismo, estar inscrito, censado o participar activamente en estos, pudiendo además, votar en unas elecciones internas y primarias dentro de un partido y cuatro años después votar en las elecciones internas y primarias de otro.

Lo anterior nos refuerza la relevancia que tiene el proceso llevado a cabo en Honduras el pasado 9 de marzo de elecciones primarias e internas de los partidos antes mencionados.

¿Qué pasó en las elecciones primarias de marzo 2025?

Una vez aclarado la anterior, podemos hacer un análisis en detalle de lo ocurrido en las elecciones recién pasadas.

A lo largo de 20 años hemos podido participar como observadores electorales en procesos internos, primarios y generales en Honduras, y también algunos procesos en países de la región. En ninguna de estas observaciones electorales pudimos identificar situaciones como la que se dieron en las elecciones recién pasadas, sobre todo lo referente al atraso de maletas electorales. Estas debieron estar en los distintos centros de elección desde la noche del sábado 8 de marzo para que las elecciones iniciaran a las 7:00 a.m.; sin embargo, sobre todo en las ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula, algunas llegaron hasta las 9:00 p.m. del domingo con 14 horas de retraso respecto al horario de apertura oficial.

Este terrible atraso solo pudo ser compensado con el civismo de los hondureños, que asistieron varias veces a su centro de votación, esperando que los materiales electorales llegaran, y que luego de largas filas ejercieron el sufragio, en ocasiones hasta las 3:00 a.m. del lunes 10 de marzo.

Sin duda, esto ha generado una gran preocupación en la ciudadanía demócrata que espera un proceso eficiente, legal y legítimo, ya que lo ocurrido solo puede deberse a una ineptitud suprema o un boicot organizado. En cualquiera de ambas situaciones, se teme la vulnerabilidad de las elecciones generales de noviembre próximo.

La Constitución de la República de Honduras, manifiesta en su artículo 272:

“Las Fuerzas Armadas de Honduras, son una Institución Nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante. Se Instituyen para defender la integridad territorial y la soberanía de la República, mantener la paz, el imperio de la Constitución, los principios del libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República. Cooperarán con la Policía Nacional en la Conservación del orden público. A efecto de garantizar el libre ejercicio del sufragio, la custodia, transporte y vigilancia de los materiales electorales y demás aspectos de la seguridad del proceso, el Presidente de la República, pondrá a las Fuerzas Armadas a disposición del Consejo Nacional Electoral desde un (1) mes antes de las elecciones, hasta la declaratoria de las mismas”, quedando evidencia la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en el transporte del material electoral y la subordinación ante el Consejo Nacional Electoral, durante estos procesos.

Esta situación se vuelve mucho más compleja cuando la precandidata a la presidencia por el Partido Libertad y Refundación, Rixi Moncada es al mismo tiempo la Secretaria de Estado en el Despacho de Defensa Nacional y, por tanto, la superior directa del General Roosevelt Hernández, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras. Situación que, según la legislación hondureña, es legal, pero sin duda genera un grave conflicto de interés.

Por tanto, no es de extrañar los señalamientos que diversos sectores han hecho a las Fuerzas Armadas, quienes campantemente se han absuelto de cualquier responsabilidad culpando al Consejo Nacional Electoral y sobre todo a su presidenta, que es de un partido opositor.

Sin duda, deberán llevarse a cabo investigaciones tanto del Ministerio Público como del Tribunal Superior de Cuentas (TSC), para delimitar si lo ocurrido fue únicamente errores administrativos que requieran una sanción o si hubo delitos electorales contemplados en el Código Penal, así como determinar quiénes fueron los responsables directos de los mismos.

La principal preocupación para los demócratas hondureños es que se respete la independencia de poderes y que las muestras de fuerza que los militares y el gobierno han realizado las últimas semanas no tengan como objetivo presionar la independencia de los entes electorales. Es fundamental que la subordinación de las Fuerzas Armadas al Consejo Nacional Electoral durante el proceso eleccionario, contemplado en el artículo antes citado, se respete para las elecciones generales.

Lecciones para el futuro

Es clave y fundamental que, para que el proceso de noviembre sea una fiesta democrática y no una parodia trágica, las distintas instituciones del Estado involucradas en el mismo cumplan con su rol constitucional y legal que va desde

  1. La asignación y entrega de los recursos presupuestarios necesarios al Consejo Nacional Electoral a la brevedad posible.
  2. Que los consejeros de dicha institución puedan limar asperezas y trabajar conjuntamente en el estricto cumplimiento del cronograma electoral.
  3. Que las Fuerzas Armadas de Honduras ejecuten la misión del transporte de material electoral de manera eficiente y legal.
  4. Los custodios electorales deben recibir una formación de alta calidad sobre su función y,
  5. Que los representantes de los partidos en la Junta Receptora de Votos cumplan con su papel, salvaguardando la voluntad de los votantes.

La ciudadanía debe involucrarse aún más en el próximo proceso, tanto a través de la observación electoral, no únicamente del día de las elecciones, sino del seguimiento al cumplimiento de cada una de las etapas establecidas en el cronograma electoral, así como votar masivamente, sin importar los problemas que pudieran suscitarse como lo demostraron el 9 de marzo.

Es importante también contar con un acompañamiento de la comunidad internacional para que se desarrolle una observación electoral de largo plazo que fortalezcan el proceso y la confianza tanto interna como externa.

La democracia no es la elección, pero la elección es un elemento fundamental de la democracia.

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