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Agricultura, Mediterráneo, investigación, biotecnología, cambio climático
Agricultura mediterránea: en busca de la excelencia

Los países árabes y Turquía luchan contra la sequía y el cambio climático gracias a la biotecnología y la investigación
cosecha

Con cerca del 35% de la población activa y un 10,7% del Producto Interno Bruto (PIB), Marruecos es, sin duda, la gran potencia del sector primario en el Magreb, gracias al trabajo de los investigadores del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) y a sus diez centros regionales que promueven trabajos sobre mejora de plantas y sistemas agrícolas, fertilidad del suelo, selección de clones, selección de pastos en zonas de sequía y uso de desaladoras para irrigación.

Estos programas permiten mejorar la vida del medio rural, aportar tecnología punta y desarrollar estrategias de promoción y marketing de productos como el aceite de oliva, los dátiles, el aceite de argán y la ganadería extensiva.

También la biotecnología está permitiendo importantes avances en la lucha contra el cambio climático en cultivos como los cereales, los frutos rojos, los frutales y otros más propios del área como la palmera datilera, el algarrobo y el arbusto del argán.

Con un 10% del PIB y más de un 20% de la población activa en el sector, la agricultura, y especialmente el olivo, es un pilar básico de la economía tunecina que cuenta con un Instituto Nacional de Investigación desde 1913 en el que 74 profesionales trabajan con un claro concepto de agricultura sostenible.

De hecho, Túnez abandera a nivel mundial la producción ecológica con 306.500 hectáreas y exporta 50.000 toneladas a un total de 60 países con unos ingresos anuales aproximados de 350 millones de dólares. Este es un claro ejemplo de preservación de los ecosistemas mientras se crea riqueza. Aceite de oliva, también con la mayor superficie mundial de ecológico por delante de España, Italia y Grecia; leche de cabra, oveja y vaca, higo chumbo y dátiles son algunos de los cultivos estrella.

hay bales

Argelia cuenta con el 24% de la población activa agraria que equivale a 2,6 millones de personas, que son además el 74% de los activos de las zonas rurales de un país donde falta mecanización, formación e infraestructuras. Para luchar contra ello cuentan con el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas de Argelia (INRAA).

Una de sus misiones principales consiste en el apoyo a las energías renovables, tanto solar, fotovoltaica y eólica como geotérmica, en un país que cuenta con una media de 2.600 a 3.500 horas de sol anuales para hacer frente a una superficie, en gran parte desértica, con un 20% únicamente dedicada a la agricultura.

En 2000 nació un ambicioso programa de desarrollo agrícola y rural con un importante aumento de instalaciones de irrigación y un amplio desarrollo de la industria agroalimentaria en un país con importante déficit en la balanza comercial del sector primario.

Egipto acapara un 19% de la población activa agraria que eleva hasta el 11,5% del PIB del sector gracias en gran medida al Proyecto de Desarrollo del Valle del Nilo y el Mar Rojo por parte del ICARDA (Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas), un organismo que trabaja con los países en vías de desarrollo.

 Entre sus principales cometidos está la mejora de la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y la lucha contra el cambio climático y a favor del medio ambiente.

Junto al ICARDA, el Gobierno apoya la creación de nuevas variedades resistentes a la sequía en habas, trigo, cebada, lentejas y garbanzos; la óptima gestión del agua, la cría y el desarrollo de pequeños rumiantes y la gestión sostenible de la tierra, todo ello a través del Centro Nacional de Investigación de Egipto.

Sus servicios técnicos procuran la obtención de mejores valores nutricionales y lucha contra la contaminación de los suelos y un gran apoyo a la producción de plantas ornamentales y medicinales, biofertilizantes, apicultura y producción ganadera.

productos agrarios

La agricultura turca aporta al PIB del país un 6,5% y absorbe el 16% de la población activa con un Instituto Turco de Investigación Agrícola, ubicado en Izmir, con 95 investigadores de primera línea que trabajan en un país con gran desarrollo en el área industrial de maquinaria agroalimentaria, especialmente en el sector aceitero.

Empresas como Alpha Farm, Hex Tech Green Smart, Doktar, Primemarin, CMS Makine o Makintar son claros ejemplos de un desarrollo tecnológico que se extiende a otras empresas como las de diseño y embalaje, tal es el caso de Simsek Ambalaj.

La agricultura aporta al PIB de Siria un 26,8% con más del 20% de la población activa en un país con graves problemas debido al conflicto bélico que mantiene desde hace años con destrucción de sistemas de riego, pérdidas de producción y aumento de costes y unos daños que se elevan ya a 16.000 millones de dólares en el sector.

Líbano apenas cuenta con el 3,5% de población activa agraria y un modesto aporte al PIB del 3,1% en un país donde es importante, aunque reducida, la presencia de vid y olivar o en Libia donde viven de la agricultura, en unos convulsos momentos internos, el 9,5% de la población activa.

En definitiva, el Mediterráneo busca soluciones a la sequía, a la desertización, al acoplamiento al cambio climático y a la gestión del agua, soluciones que vienen de la mano de la investigación, la biotecnología y el solidario apoyo de los países hermanos de la UE.

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