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Economic migration
El papel clave de las remesas dentro de las nuevas migraciones en el Mediterráneo

Hacia un nuevo modelo integral de gestión de la inmigración que tenga en cuenta el desarrollo de las economías de los países de origen
Madrid
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El aumento exponencial de llegadas irregulares de inmigrantes a las costas españolas -especialmente a Canarias, pero también a Baleares, Ceuta y Melilla- se ha convertido en una de nuestras principales prioridades diarias. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la inmigración ha pasado de ser la 4ª causa de preocupación social a exigir las correspondientes respuestas políticas y económicas. A ello ha contribuido la decisión del Presidente de iniciar el curso político con una gira regional por Mauritania, Senegal y Gambia, buscando el mutuo entendimiento de sus homólogos en el control del fenómeno migratorio.

España es ya el 2º país de la UE -tras Grecia- y el 4º de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con mayor aumento de la inmigración irregular. Según datos del Ministerio del Interior, hasta el15 de agosto habían llegado a nuestro país 31.155 inmigrantes irregulares, un 66% más que en el mismo periodo del año anterior. Así pues, sin caer en ningún alarmismo -ya que la inmigración irregular sigue siendo secundaria frente a la legal- es necesario trascender el actual modelo de gestión de crisis que provocan las impactantes imágenes de llegadas a nuestras playas, para poner en marcha una nueva agenda migratoria europea que implique no sólo a los países que forman parte de la Unión por el Mediterráneo (UpM), sino también a los del Sahel y el África subsahariana.

Las crecientes disparidades económicas, demográficas y de seguridad entre los países emisores y receptores son la clave para entender los flujos migratorios entre el norte y el sur. Estos desequilibrios, así como la proximidad geográfica y el desarrollo de complejas redes logísticas, hacen que la UE siga siendo inexorablemente el principal destino de las migraciones en el Mare Nostrum. Tal y como reconoció el Consejo Europeo en su estrategia «Enfoque Global de la Migración» y en su respectivo anexo «Visión global de la migración: acciones prioritarias en África y el Mediterráneo», es imprescindible actuar sobre el desarrollo de las economías de los países de origen y tránsito.

Tan importante o más que las acciones de control de fronteras y seguridad promovidas por nuestros gobiernos (para hacer frente a amenazas a la seguridad nacional como el terrorismo yihadista, el crimen organizado y el tráfico de drogas y personas), es el fortalecimiento del vínculo entre migración y desarrollo. Es en este ámbito donde debe prestarse especial atención a la gestión de las remesas, dado que las estadísticas del Banco Mundial muestran que han superado en importancia tanto a la Inversión Extranjera Directa como a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Las transferencias de capital privado realizadas por los inmigrantes son uno de los aspectos clave para abordar su impacto en la reducción de la pobreza y el desarrollo económico de estos países de origen a través, entre otros instrumentos financieros, del incentivo de la inversión productiva.

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Repunte de las remesas

Tras un periodo de crecimiento sostenido durante 2021 y 2022, los flujos de remesas enviados oficialmente a los países de renta baja y media (PRMB) se moderaron en 2023, alcanzando una cifra estimada de 590.000 millones de euros. Este modesto aumento del 0,7% reflejó grandes variaciones en el crecimiento de las distintas regiones, pero las remesas siguieron siendo una fuente crucial de financiación externa para los países en desarrollo, contribuyendo a reforzar las balanzas de pagos de algunos de los que aún luchan contra la inseguridad alimentaria y la deuda pública y la incapacidad fiscal.

En el futuro inmediato, la KNOMAD (Global Knowledge Partnership on Migration and Development) del Banco Mundial prevé que las remesas a los PBMI crecerán a un ritmo algo más rápido. En concreto, un 2,3% en 2024 y un 2,8% en 2025, aunque este crecimiento no será igual en todas las regiones. Entre los riesgos potenciales de estas proyecciones, se incluye un crecimiento económico inferior al previsto en los países desarrollados receptores de emigrantes, debido a la volatilidad de los precios de los hidrocarburos y de los tipos de cambio provocada por los conflictos armados en Ucrania y Gaza, y especialmente a la posibilidad de que este último se convierta en una guerra regional que tendría un impacto muy negativo en la economía mundial.

Las remesas de los países de Oriente Medio y el Norte de África (MENA) se redujeron un 15% en 2023, dejando en torno a 50.000 millones de euros, debido principalmente al fuerte descenso de los flujos hacia Egipto. Sin embargo, es probable que la divergencia entre los tipos de cambio oficiales y paralelos haya provocado el desvío de remesas a través de canales no oficiales (empresas de transferencia de dinero como Western Union, transferencias de efectivo a través de familiares o amigos). Los flujos de remesas entre los países MENA no se vieron afectados por la ralentización del crecimiento de los países de la Eurozona, sino por la de los que integran el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), aunque se espera que se recuperen un 4,3% en 2024.

Por su parte, los flujos de remesas hacia los países del Sahel y del África Subsahariana alcanzaron los 48.500 millones en 2023, lo que representa un ligero descenso del 0,3%. Las remesas sirvieron de apoyo a los equilibrios de varios países que, además de la inseguridad alimentaria y los extenuantes pagos de la deuda, deben hacer frente a los perniciosos efectos del cambio climático, como sequías e inundaciones, así como a interrupciones en las cadenas de suministro de todo tipo de bienes y servicios. Entre los países de esta región que dependen de las remesas figuran Gambia, Liberia, Cabo Verde y Lesoto. KNOMAD estima que sus remesas crecerán un 1,5% en 2024.

En definitiva, la Eurozona debería aprovechar las remesas para promover la inclusión financiera y el acceso a los mercados de capitales con el fin de mejorar las perspectivas de desarrollo de los países de origen de las migraciones mediterráneas. Dado que estas remesas son un factor cada vez más importante en la ecuación económica y financiera generada por la migración, es esencial reducir los márgenes que las instituciones financieras se dejan en los países de destino. Si en la actualidad se sitúan aproximadamente en una media del 6%, la UE debería tomar medidas en connivencia con bancos y cajas -al igual que hizo con las empresas de telecomunicaciones para reducir el coste del roaming de la telefonía móvil , por ejemplo- para reducir los márgenes hasta un máximo del 3%, tal y como señalan como objetivo los ODS de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.