Diversidad

Lecciones del Mediterráneo sobre diversidad

La identidad es algo poderoso. Tan poderosa que, cuando llegué a Sudáfrica tras dos años de estudios y viajes a Madrid, lloré desconsoladamente en el cuarto de baño escuchando el vibrante canto coral tradicional zulú de las señoras de la limpieza en el cuarto de baño del aeropuerto de KwaZulu-Natal.

Abandoné el país como han hecho muchos porque sienten que en su propio país no son bienvenidos. Cuando llegué a casa desde Madrid, el canto en el baño me indicó que estoy en casa. Algo que se consideraba tan ajeno a mí también formaba parte de mí. Aunque en Madrid me acogieron calurosamente, no podía dejar de lado mi identidad sudafricana. De alguna manera, parte de mí resonaba con el canto coral Nguni sudafricano, se había entretejido en mi identidad.

En España, todo el mundo pensaba que era británica. Y sí, hasta cierto punto lo soy, soy un descendiente colonial en lo que una vez fue un país de la Commonwealth. Pero la cuestión es que no soy británico. No comparto ninguna historia con británicos de mi edad que vivan hoy en Gran Bretaña. Si viviera allí, me resultaría difícil encajar porque, a mis 38 años, tengo una buena cantidad de experiencias claramente sudafricanas que componen mi psique y, sencillamente, porque me gusta Sudáfrica, soy un ciudadano sudafricano genéticamente mezclado y es mi hogar. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué te hace ser quién eres? Podría decirse que la diversidad es uno de los temas más importantes hoy en día, ya que se refiere a nuestra capacidad de aceptar las diferencias de los demás. Aceptar y aprender. Es la piedra angular de la democracia. Pero aceptar a los demás no significa "todo vale".

En la UE, la diversidad no es un caso de "todo vale", o de expresarse a cualquier precio. Se trata de gestionar la afluencia de extranjeros de tal manera que abracen los valores de la UE, al tiempo que los autóctonos abrazan sus propios valores. Es la aceptación total de la diferencia. Según el informe en profundidad sobre diversidad de la Fundación Friedrich Naumann de Madrid, la diversidad debe transmitir la idea de que las personas pueden ser completamente diferentes y aun así recibir el mismo trato.

La diversidad es el rechazo total a la discriminación de cualquier persona, por el motivo que sea. Alan Turing, el famoso matemático y descifrador de códigos, tenía 29 años cuando descifró la infame máquina "Enigma" de los nazis. También era homosexual. Debido a antiguas leyes discriminatorias, en lugar de celebrar su increíble y heroica hazaña, fue condenado a castración química en Gran Bretaña. Así que un hombre joven, un genio, con todo que ofrecer al mundo se suicidó debido a la depresión, tras su castración química. Esto es la discriminación. No importa quién seas, si eres un genio o una persona corriente, según las viejas leyes discriminatorias, estás acabado. Si se permite que la discriminación campe a sus anchas en la sociedad, el efecto es tóxico a todos los niveles.

En 2020, cuando la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad firmó la Carta de la Diversidad, su vicepresidenta Sabine Leutheusser-Schnarrenberger dijo;

"Establecer un signo de aprecio por la diversidad es, por tanto, un imperativo social humano, pero también económico. Además de la discriminación, la Carta de la Diversidad se dirige también contra el racismo, el antisemitismo y la xenofobia".

Muchos de los que apoyan las proclividades de Putin y el Kremlin discriminan a las minorías. Podemos ver cómo el principio de diversidad y no discriminación es más importante que nunca cuando en 2023, 70 años después de la muerte de Turing, la discriminación causó lo que se ha denominado las peores atrocidades cometidas desde la Segunda Guerra Mundial por Rusia contra Ucrania.

Algunos de los que lean esto podrían decir, pero su país se está cayendo a pedazos, el nivel de delincuencia está por las nubes, el desempleo es escandaloso, sus luces se encienden y se apagan a lo largo del día y de la noche y todo el mundo es pobre. ¿Por qué deberíamos confiar en la diversidad?

Pero este no es un artículo sobre lo mal que están las cosas aquí. Es un artículo sobre cómo podemos tomar nuestras diferencias y convertirlas en una tela tejida con culturas de todas las naciones. A pesar de los apagones, las inundaciones, los disturbios y el mal gobierno de Sudáfrica, todos somos intrínsecamente parte de todos los demás, esto es la diversidad, no se puede eliminar, es lo que somos y, gracias a ella, somos más capaces de resistir juntos la adversidad.

¿Hemos avanzado mucho desde que cortábamos el cuello a las personas con las que no estábamos de acuerdo? Sin duda, hemos luchado y seguimos luchando por la arenilla que produce la perla, aprendiendo a reconocernos en el otro. De hecho, fue una maravillosa confirmación del progreso que, tras la muerte del famoso cantante Johnny Clegg en 2019, no se le acusara de apropiación cultural, sino que se le amara y apreciara como un sudafricano que acogió en su corazón la cultura tribal zulú y la hizo suya.

España, Portugal e Italia, con sus ricas historias y sus diversos paisajes culturales, son excelentes ejemplos de países que se benefician enormemente de abrazar la diversidad. Estas naciones, conocidas por sus encuentros históricos con diversas civilizaciones, se han convertido en vibrantes crisoles que mezclan lo antiguo con lo nuevo.

¿Cómo luchan por la libertad España, Italia y Portugal? Poniendo en contacto a personas e instituciones de mentalidad liberal de todo el Mediterráneo, África Occidental y Europa. Luchan contra la intolerancia encontrando soluciones interregionales en los ámbitos de la migración, la cooperación económica, la energía, los derechos humanos, el Estado de Derecho y la seguridad integrada.

La oficina de la FNF en Madrid para España, Italia y Portugal preparó un documental especial en el que se recopilan los debates de destacados liberales y personas corrientes que han sufrido discriminación y contribuyen a eliminarla aportando a la conversación su propia diversidad y experiencias individuales intrínsecas.