Migración
Una esperanza contra el racismo y la xenofobia: las ciudades interculturales
¿Queremos un México multicultural o intercultural? ¿Por qué hoy debemos poner mayor énfasis en la inclusión? ¿Cómo podemos combatir el racismo en México? ¿Cómo fomentamos la inclusión de personas en situación de movilidad y grupos vulnerables en nuestro país? Estas preguntas son algunas de las muchas que guiaron nuestra visita a Cataluña y País Vasco; y hoy, bajo el contexto de las protestas en París, adquieren mayor relevancia en nuestro país pues México ha dejado de ser un país de tránsito de migrantes para convertirse en destino, creciendo en 123% del año 2000 al 2020, de acuerdo con datos de la Organización Internacional para la Migración de la ONU.
Pensando en este cambio es que hicimos un viaje de estudio con una delegación integrada por miembros de las direcciones y secretarías de igualdad e inclusión de Nuevo León, Durango y Ciudad de México, que tenía por objetivo aprender las mejores prácticas de ciudades interculturales. Regiones tan diversas como Cataluña y País Vasco, que han enfrentado movimientos nacionalistas, pero que contienen ciudades de acogida como Barcelona y Bilbao fueron los espacios de aprendizaje.
Entendiendo las Ciudades Interculturales en Cataluña y País Vasco
Para entender cómo funcionan las políticas de acogida en España es necesario comenzar por el derecho al empadronamiento, que es el registro de toda persona y que funciona como instrumento de acceso al sistema educativo y de salubridad. Además del registro, los mediadores interculturales juegan un rol crucial en los barrios. En Cataluña por ejemplo, la ciudad de Sabadell donde habitan aproximadamente 200 mil personas, ha generado modelos de acogida que le permiten ser una ciudad refugio. El modelo se basa en la incorporación de la cooperación como política pública con ayuda humanitaria siguiendo los principios de humanidad, imparcialidad, independencia y neutralidad.
Por su parte, Barcelona ha implementado desde el año 2010, el programa Barcelona Intercultural contemplando tres principios: la igualdad de acceso a derechos, el reconocimiento de la diversidad de la ciudadanía desde una perspectiva de género y de memoria histórica. Además, se han creado espacios de diálogo para la interacción positiva. Retomando estos principios es que Barcelona ha desarrollado programas de comunicación y formación intercultural entre todo el personal del ayuntamiento; y estrategias de acción territorial, mejor conocidas como estrategias antirumores. Las estrategias antirumores buscan generar un cambio en las narrativas para detener la repetición de estereotipos que dan paso al racismo y la discriminación.
Al analizar la pirámide del odio queda claro que una estrategia antirumores busca trabajar desde la parte más amplia y primordial: los estereotipos y actitudes prejuiciosas. En Barcelona, las campañas de comunicación se hacen en conjunto con asociaciones que colaboran en los distritos, así como con universidades. Uno de los programas más exitosos es Prometeus, un programa comunitario a través del cual barrios y universidades velan para que los jóvenes de los institutos públicos de barrios con un índice de universitarios inferior a la media urbana puedan acceder a la institución académica y cursar estudios superiores con éxito, sin importar los condicionantes económicos y sociales. Prometeus ha cumplido con su objetivo: ha aumentado la inclusión de grupos vulnerables a nivel educativo.
En Bilbao, el plan intercultural es similar al de Barcelona, pero integra en sus principios el sentido de pertenencia y vecindad a su programa. Esto es de suma importancia pues es un componente que define la inclusión de las personas y conlleva a mucho mayor trabajo de campo, y de intervención con colectivos de personas migradas para fomentar la participación ciudadana. El plan que guía la estrategia de Bilbao ha retomado el Programa de Ciudades Interculturales del Consejo de Europa integrando programas de promoción de la salud y planificación familiar, estrategias antirumores y proyectos de deporte inclusivo contra el racismo y la discriminación, como el programa Score.
Más allá de lo establecido en las legislaciones y planes, aprendimos que las estrategias en Bilbao son exitosas gracias al poder de la sociedad civil organizada. En una semana visitamos alrededor de 18 organizaciones que fortalecen este ecosistema. Desde Médicos del Mundo, colectivos que fomentan la participación ciudadana en actividades antirumores, grupos de emprendimiento formados por la misma población migrada, comisiones de ayuda a refugiados, y hasta la policía municipal, todas las organizaciones colaboran de manera conjunta y han recibido formación intercultural. Los espacios de trabajo con estas organizaciones nos permitieron ver cómo el plan ha sido adoptado en la práctica, además de la gran labor de gestión, colaboración y apertura para colaborar al mismo nivel entre actores diversos.
¿Qué podríamos replicar en México?
Para promover la interculturalidad como política es necesario entender dos aspectos principales. El primero es que la paz no significa “ausencia de guerra”, sino el reconocimiento de derechos de toda persona. En segundo lugar, que una ciudad multicultural no es lo mismo que una ciudad intercultural, pues la multiculturalidad está basada en un modelo de coexistencia, mientras que la interculturalidad es más profunda y conlleva siempre la interacción entre grupos, lo cual se traduce en sociedades abiertas y plurales, garantes de respeto y tolerancias, un valor clave para los liberales.
De esta manera la definición de barrios pacíficos cambia, pues ahora son aquellos en los que puede haber conflicto, ya que este es inevitable, pero donde los derechos de toda persona sin importar su nacionalidad, género, origen, etnia, o religión son respetados y reconocidos. Ante los diversos flujos migratorios, las políticas externas e internas, México es un país que está cambiando hacia una conformación de población de diversas nacionalidades. Aunado a ello, en el país siempre han existido minorías como grupos indígenas o población desplazada interna, que enfrenta mayor invisibilidad de sus derechos.
Este viaje de estudio nos ha servido para conocer la gran labor que las organizaciones de sociedad civil realizan en ciudades en España para lograr la formulación de legislaciones interculturales. Es a partir de este ejemplo que en México se podría comenzar con la creación de planes municipales y de ciudades interculturales. Estos planes ya existen en otras ciudades y pueden replicarse con los elementos que mejor funcionen para los barrios de estas metrópolis. Si bien un sistema de empadronamiento sería difícil de implementar, es necesario hacer un mapeo del territorio con entrevistas y grupos de enfoque que permitan conocer las preocupaciones de los vecinos. La inversión en el conocimiento de la realidad es lo que permitirá replicar una estrategia antirumores que tenga como objetivo pasar de una sociedad multicultural a una ciudad intercultural.
Es en este sentido que reconocemos también la importancia de integrar la perspectiva intercultural en otras áreas. Por ejemplo en los programas de ciudades inteligentes a través de la planificación urbana que consideren los aspectos interculturales sería posible pensar en una transversalidad en movilidad, espacios públicos y áreas recreativas que fomenten la interacción de la ciudadanía.
Por último, todas las actividades y programas a realizar requieren del apoyo y la apropiación de sociedad civil y vecinos para que los seminarios de profundización, y campañas de comunicación sean exitosas. Una estrategia intercultural pone en el centro a la ciudadanía pues es ésta la que denuncia las actitudes que dañan la convivencia, confirmando una vez más nuestra visión como liberales de que las ciudades abiertas y tolerantes se construyen de abajo hacia arriba.