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Educación
Desempeño de estudiantes latinoamericanos en prueba PISA y su posicionamiento a nivel internacional

América Latina por debajo del promedio de la OCDE en lectura, matemáticas y ciencias
Niño estudiando en su aula
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Pruebas PISA como factor decisivo para identificar la calidad de sistemas educativos

Desde su primera edición en el año 2000, la Organización para la Cooperación y el Desarro­llo Económicos OCDE ha asumido la tarea de medir los aprendizajes de los alumnos de 15 años en decenas de países a través de evaluaciones periódicas cada tres años, posicionando a las pruebas Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) como un termómetro mundial de la educación. En esta nota analizamos los resultados de la última edición de 2018 y ensayamos una evaluación sobre los rendimientos comparados de los sistemas educativos. Entre los países de América Latina que participaron en PISA 2018 se encuentran Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y, por primera vez, Panamá y República Dominicana.

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Ponemos en contexto las pruebas en su edición 2018

Aproximadamente 600,000 estudiantes representaron a 32 millones de jóvenes de 15 años de 79 países y sistemas educativos del mundo participaron en esta iniciativa. El tema principal en la última evaluación de PISA fue la lectura, con matemáticas, ciencias, competencia global y educación financiera incluidas como áreas menores de evaluación.

PISA se aplica cada tres años y tiene como objetivo evaluar la capacidad de los estudiantes de 15 años para utilizar sus conocimientos y habilidades frente a los desafíos de la vida globalizada. La prueba considera entre seis y siete niveles de desempeño y señala que el nivel 2 es el mínimo adecuado para desenvolverse en el mundo contemporáneo.

Países asíaticos ocupan los primeros lugares

Los países asiáticos fueron los que una vez más se llevaron los primeros lugares. Singapur, China y Macao obtuvieron los puntajes más altos en las tres áreas, matemáticas, lectura y ciencias. Más del 85 % de los estudiantes de estos países lograron obtener un nivel 2 o superior en lectura, siendo que pueden identificar la idea principal en un texto de largo moderado, encontrar información basada en criterios explícitos, aunque a veces complejos, y pueden reflexionar sobre el propósito y la forma de los textos cuando se les indica explícitamente que lo que deben hacer. Además, se comprobó que uno de cada seis de estos alumnos logró obtener un nivel 6 en matemáticas, que es el que PISA considera como el más complejo.

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¿Cómo fue el rendimiento de los estudiantes latinoamericanos?

Más de la mitad de los países de América Latina participaron en PISA 2018, mostrando el fuerte compromiso de la región para medir los aprendizajes.  Si nos remontamos al año 2000, cuando comenzó PISA, tan solo cinco países de la región participaron en esta evaluación (Tabla 1). Para 2018, este número se había duplicado y los países participantes incluyeron a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, México, Panamá, Perú y Uruguay

En relación al desempeño de los estudiantes latinoamericanos, en la ronda de PISA 2018 participaron diez países de América Latina y el foco principal fue la competencia lectora. Cinco de los diez países latinoamericanos han mejorado sus resultados en lectura, pero el ritmo de crecimiento es cada vez más lento. Además, más de la mitad de los jóvenes siguen sin lograr competencias lectoras básicas.

Chile, Colombia y Perú mejoran sus resultados desde sus primeras participaciones en PISA. Argentina y Uruguay logran mejorar sus resultados en la ultima década, pero una mirada de largo plazo muestra que estas mejoras son solo recientes.

 

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Por el contrario, Brasil, México y Panamá no han visto mejoras significativas desde que comenzaron a participar en PISA, aunque han mejorado la cobertura de la prueba entre los jóvenes de 15 años. Costa Rica y particularmente la República Dominicana han disminuido su desempeño desde su primera participación, aunque el descenso para Costa Rica se produjo entre el 2012 y 2015.

En lectura, el area principal de evaluación, nuevamente Chile presenta el mejor desempeño y se ubica en la posición 43 del ranking, con resultados similares a los de Eslovaquia, Grecia y Malta.

Unos escalones después, se ubican Uruguay (48), Costa Rica (49), México (53), Brasil (57) y Colombia (58). Argentina (63) y Perú (64), a su vez, se encuentran dentro de las veinte últimas posiciones, con resultados similares a los de Albania y Qatar.

En la cola de ranking, se ubican Panamá (71) y República Dominicana (76) junto a Indonesia, Marruecos, Líbano, Kosovo y Filipinas.

La evolución temporal muestra una curva ascendente clara y constante en el caso de Perú, mejoras entre 2000 y 2009 en Chile y Brasil e idas y vueltas en los demás países participantes de manera regular desde el año 2000: Uruguay, México, Colombia y Argentina. En ninguno de estos cuatro parece haber una tendencia de mejora o de empeoramiento.

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Reflexiones finales

Los resultados muestran, en primer lugar, una distancia aún muy marcada entre los países de América Latina y los de la OCDE, que representan al conjunto de países más desarrollados del mundo. Esta distancia también se ve reflejada en el contexto socioeconómico de los estudiantes, que PISA mide con el PIB por habitante y la inversión por alumno. Es decir, que las variables de contexto parecen ser decisivas a la hora de comprender los resultados de aprendizaje de los estudiantes. Necesariamente esto no quiere decir que la educación pueda revertir parcialmente el contexto social de un alumno, una escuela o un país, pero nos indica que debemos tener mucho cuidado en atender qué estamos comparando realmente. Es importante señalar que si lo que queremos comprender es el desempeño de las escuelas, entonces el 'ranking' de PISA nos dice muy poco, porque los resultados de un país están condicionados por el contexto socioeconómico que escapa a las posibilidades de intervención de las escuelas.

Sin embargo, estos resultados no deben usarse para estigmatizar los sistemas educativos que enfrentan desafíos. En cambio, deberían usarse para comprender la magnitud de la crisis de aprendizaje y abogar por un mejor aprendizaje para todos. La medición del aprendizaje es sin duda la base para abogar y mejorar los resultados del aprendizaje. Lo que no puedes medir, no puedes mejorar. Y, a este respecto, América Latina ciertamente va en la dirección correcta. Mejorar el aprendizaje también requerirá alinear los sistemas educativos de América Latina con este objetivo, incluso asegurándose de que se cumplan las condiciones para un aprendizaje (equitativo).

Como conclusión final se puede indicar que PISA es una prueba que tiene algunos problemas: saca de contexto los sistemas educativos creando rankings que confunden más de lo que aportan; no corrige sus limitaciones metodológicas, promueve análisis equivocados y tiene sesgos curriculares peligrosos. Lo que mide PISA es una parte de los sistemas educativos: es un recorte tanto etario como curricular. Nada sabemos de todo lo que aprenden los alumnos de historia, artes, educación física o ciudadanía. Pero así como remarcamos estas limitaciones, debemos realzar los beneficios de la prueba PISA. En primer lugar, es una prueba que tiene un diseño basado en competencias; es decir, que mide lo que los estudiantes son capaces de hacer con el conocimiento. No se trata tanto de medir su memoria de corto plazo, sino su capacidad de transferencia: cómo usar lo aprendido en situaciones nuevas. Esto es sumamente valioso, porque permite comprender las dimensiones profundas del aprendizaje, aun con las limitaciones propias que tiene toda prueba estandarizada.

Oswaldo Molina, investigador principal de la red de Estudios para el Desarrollo - REDES, escribe en su columna en el diario El Comercio sobre la situación de los maestros y de la educación peruana en general y remarca que "contar con profesores mejor capacitados y productivos contribuye hasta en un 5,1% en las notas de los estudiantes". Un dato revelador es que antes de la pandemia, el 50% de los chicos de 10 años en América Latina no podían leer y entender una historia simple. Hoy, el valor es cercano al 80%. Nos enfrentamos a una verdadera crisis de aprendizaje.

Hoy en día cobran fuerza las reflexiones de Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, sobre la tendencia de los problemas en comprensión lectora: "Sin la educación adecuada, los jóvenes languidecerán al margen de la sociedad, incapaces de enfrentar los desafíos del futuro mundo del trabajo, y la desigualdad continuará aumentando".