Empoderamiento de las mujeres
Carreras STEM, fuente de oportunidades e igualdad
Nuestra sociedad se encuentra en la actualidad en un profundo proceso de transformación y se enfrenta a importantes retos sociales, económicos y ambientales, entre los que destacan el cambio climático, el alto desempleo (en especial, juvenil), el aumento de las desigualdades o las consecuencias derivadas de la pandemia.
No existen soluciones únicas ni fáciles para afrontar estos grandes desafíos pero, si hay algo que resulta absolutamente imprescindible, es una combinación de decisión, actitud, responsabilidad y, lo que es muy importante, talento compartido y diverso.
La revolución tecnológica en la que estamos inmersos en todos los sectores, con la Inteligencia Artificial y sus algoritmos como acelerador de cambio, requiere perfiles profesionales técnicos que sean capaces de impulsar el avance anteponiendo, por encima de todo, el respeto y el bienestar de las personas.
Hay ramas de conocimiento como las STEM (acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics), que son consideradas en la actualidad de ‘alta utilidad social’ y que resultan especialmente necesarias para dar respuestas sostenibles, éticas e inclusivas a todos estos desafíos.
Y ello es así porque, además del conocimiento específico, las carreras STEM desarrollan una destacada capacidad de razonamiento, análisis y visión para resolver problemas complejos y plantear soluciones innovadoras; para impulsar el cambio en todo aquello que debe ser transformado. En definitiva, las STEM dotan de una estructura mental ordenada que, en mi opinión, también es de aplicación y utilidad en todas las facetas de la vida.
A pesar de la necesidad de este tipo de perfiles y de su gran futuro, los datos nos dicen que las mujeres no se están incorporando a los estudios STEM al ritmo deseado. Según datos del Ministerio de Educación, más del 50% de los universitarios en nuestro país son mujeres, si bien su presencia se reduce al 23% en las disciplinas de ingeniería y arquitectura.
Ante esta situación, necesitamos comprender y eliminar los obstáculos específicos que mantienen a las mujeres ajenas a las disciplinas STEM. Las causas son variadas, como la dificultad percibida de estas carreras o los estereotipos de género, pero me gustaría resaltar la falta de referentes con las que las estudiantes se puedan identificar.
Cuesta encontrar nombres de científicas conocidas, como Madame Curie en el pasado o Margarita Salas, más recientemente. Sin embargo, la visibilidad es un factor muy importante, como lo demuestra la evolución del deporte femenino que estamos viviendo. Tener mujeres como Teresa Perales o Carolina Marín, sirve de referencia e inspiración para las niñas y también para el resto de nosotras, porque ejemplifican como nadie el hecho de que ‘si quieres, puedes’.
Es cierto que, a día de hoy, las mujeres nos encontramos con ciertos obstáculos que los hombres no tienen, y que hay que luchar para eliminar esas barreras. Pero lo más importante es ver el vaso medio lleno. Creo que debemos ser conscientes de que, en los países desarrollados, las mujeres contamos en general con una capacidad fundamental que no todas las mujeres en el mundo tienen: podemos elegir.
Y ahí está la clave: está en nuestra mano y depende de nosotras evaluar bien las diferentes carreras universitarias, no dejarnos llevar por la corriente, arriesgar y elegir un camino retador, que explote todo nuestro talento y que nos haga crecer personal y profesionalmente siendo, además, útiles a la sociedad.
Las carreras STEM no sólo reúnen todos estos requisitos, sino que además están llenas de grandes oportunidades laborales. Suponen también un impulso a una mayor diversidad e igualdad social, así como una palanca de transformación: romper el conocido ‘techo de cristal’ y que las mujeres accedan definitivamente a los más altos puestos de responsabilidad, desde donde se toman las decisiones más relevantes.
En mi caso, elegí estudiar una carrera STEM que me está permitiendo evolucionar, crecer, aportar, construir, transformar, innovar... Además, me siento enormemente afortunada de trabajar en una empresa como Iberdrola, que no sólo lidera la transformación energética, sino que también ha sido pionera en una Política de igualdad, diversidad e inclusión, que constituye uno de los pilares esenciales de su cultura y del compromiso con su equipo humano. Una empresa en la que trabajamos muchas mujeres STEM, que promociona mujeres a puestos directivos, que es referente del IBEX por presencia de mujeres en su Consejo de Administración y que lleva años impulsando el deporte femenino como vía para promover la igualdad.
No lo olvidemos: podemos elegir. Y a mí me gustaría ver en los próximos años una incorporación masiva de mujeres a estudios STEM, para que las empresas y la sociedad en general puedan contar con ese talento femenino tan necesario para avanzar y progresar por el camino acertado.
Elena León es directora del negocio de Redes del grupo Iberdrola desde el 1 de noviembre. Nacida en Madrid, Elena León es ingeniera superior de Caminos, Canales y Puertos por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Madrid. Master en Water Resources Planning and Management por Colorado State University, EEUU, y Executive MBA por el Instituto de Empresa, de Madrid, se incorporó a Iberdrola en el año 2000 y, desde el 1 de noviembre, forma parte de la Alta Dirección de la Sociedad.