Ciudades Interculturales
El futuro de las Ciudades Interculturales en México: retos y oportunidades dentro del enfoque actual
El pasado 4 de octubre Monterrey se convirtió en sede para ofrecer un espacio de diálogo y dar continuidad a las conversaciones sobre el reconocimiento de la interculturalidad como elemento de valor social, cultural y económico en el país. La Fundación Friedrich Naumann convocó a varios actores, incluyendo académicos, funcionarios públicos y organizaciones de la sociedad civil, para sumar diferentes voces para abordar los retos de la movilidad humana en el contexto de las tendencias actuales.
Es imprescindible reconocer que la diversidad permea las sociedades, que están en constante cambio, y por lo tanto, debe ser considerada como uno de los pilares fundamentales que abarcan las distintas dimensiones de la migración. Reconocer este hecho abre la puerta a que se generen más y mejores espacios de participación ciudadana y gubernamental, generando un sentido de pertenencia productivo y capaz de desarrollarse en los varios niveles de la vida pública y privada. En este sentido, las cartas se pusieron sobre la mesa: la gestión de la diversidad es indispensable y urgente para fomentar mejores prácticas capaces de constituir verdaderas sociedades plurales, abiertas y democráticas.
¿Por qué crear una red de mejores prácticas?
Durante el foro, la Red Española de Ciudades Interculturales (RECI) estuvo representada por Gemma Pinyol, coordinadora de la RECI y experta en el Consejo de Europa, y Claudia Emmanuel, coordinadora de proyecto de iniciativas interculturales de la Ciudad de Bilbao. Entre la discusión de estrategias, casos de éxito y proyectos actuales que se viven en ciudades españolas, se compartieron los diferentes elementos de las políticas públicas interculturales capaces de incorporar y abrazar estos elementos para contribuir a la transformación social. Se destacó que la monitorización de tendencias migratorias es ahora parte integral del compromiso con valores interculturales, y se reconoce que estas acciones son inherentemente transversales, horizontales y colaborativas.
El alcance que se establece no solo identifica los desafíos de ciudades clave en México, sino también las oportunidades que tienen para crecer y resolverse a través de enfoques integrales que abarcan las diversas dimensiones del fenómeno migratorio. Es evidente que esta acción se origina a nivel local, con intenciones, recursos y estrategias municipales que complementan un trabajo en red cada vez más sólido y eficaz. Nuevamente, se reconoce la importancia de que un plan intercultural se comprometa desde los esfuerzos de la gobernanza multinivel: municipios con nuevos modelos de gobernanza independientes, instituciones más sólidas y conscientes y funcionarios más tolerantes e informados.
Las buenas prácticas que se comparten desde la RECI se ajustan de manera muy puntual a los espacios colaborativos y con disposición a seguir creciendo en el contexto mexicano. La tropicalización de políticas públicas, adaptándolas a los contextos, capacidades, desempeño y voluntad de los municipios locales es un ejercicio fundamental para que los grupos en situación de movilidad humana sean vistos como agentes de cambio positivo en la comunidad, valorando su contribución al bienestar y progreso de la sociedad.
No cabe duda que esta realidad va más allá de simples proyectos políticos, pues implica la versatilidad de procesos adaptables y siempre cambiantes que abarcan, entre otras cosas, parte de los trayectos migratorios. Un ejemplo es la adaptabilidad de ciudades resilientes, transparentes y accesibles, tal como lo enfocan las emergentes Smart Cities, que convierten la gestión socio urbana en un elemento de cohesión e integración para estos grupos.
¿Cómo se vincula el concepto de interculturalidad con las Ciudades Inteligentes?
La accesibilidad de pertenecer a la ciudad y convertirse en un elemento de valor dentro de la misma es un derecho que no debe de ser subestimado entre los crecientes grupos en situación de movilidad. Especialmente, tomando en cuenta que las políticas públicas cada vez aspiran más a fomentar ciudades que permitan el crecimiento económico, prioricen la reducción de desigualdades e impulsen instituciones sólidas a través de la dignificación de sus miembros en la sociedad. Nuevamente, se destaca la importancia de construir una narrativa mucho más inclusiva, colocando la interculturalidad y la diversidad que deriva de la misma, como elemento de valor social altamente provechoso.
La Fundación Naumann, a través de la Red de Ciudades Inteligentes ha reconocido ya la urgente necesidad de fomentar mejores prácticas para la promoción de ciudades más resilientes e inclusivas. Por lo tanto, dando continuidad a esta narrativa, también ha integrado la perspectiva desde la planificación urbana como reconocimiento de que estos espacios permiten un mayor grado de colaboración. Así, los procesos transformativos dentro del contexto de la movilidad humana ha impulsado la dignificación del individuo como centro de interés para el desarrollo de las ciudades y el diseño de espacios públicos más comunitarios. La innovación urbana logra crecer desde las interacciones sociales que se logran como inclusivas desde la diversidad, por ejemplo desde proyectos que reconocido e impulsado Place Making Mexico, según comparte Luciana Renner.
¿Cómo se ven y se ponen en práctica estas estrategias?
Ciertamente, el Foro de Ciudades Interculturales se permitió como espacio para la creación de alianzas y coordinación de acciones. No tan solo limitándose a la aceptación de compromisos, pero también compartiendo experiencias previas de éxito y fracaso para revisar posibles escenarios de intervención y medición de impactos. Por lo tanto, se observa que la intervención de distintos actores, muchos de ellos tomadores de decisiones, no tan solo coloca a la creación de programas dirigidos a la población migrante como enfoque principal, sino que también reconoce estos grupos como parte natural y productiva de las ciudades. En este caso, no solo se establecen mecanismos de acción, sino también estrategias de seguimiento para crear compromisos eficientes a largo plazo que no pueden dejar de observarse en las prácticas de gobernanza en los próximos años.