Sostenibilidad
El mar del ensueño, la historia, el arte y el futuro
Millones de personas acumulan entre sus deseos conocer y disfrutar algún día el placer del agua, la belleza de las costas, la arena de las playas y la pléyade de atractivos que acumulan los países del mar Mediterráneo -que se abre al resto del Planeta desde un estrecho natural, el de Gibraltar, y otro construido expresamente para comunicarse con los grandes océanos, el de Suez-, mar que baña y circunvala tres continentes y preserva en su práctica el recuerdo más amplio de las principales religiones, de la variedad cultural, la historia y la mitología que recuerda la humanidad.
Por algo ya los romanos en su etapa de mayor esplendor lo denominaban “Mare Nostrum”, “Mar Nuestro” ahora, aunque mejor sería el “Mar de Todos”, porque la realidad es que todos, al margen del origen geográfico, idioma o creencias, podemos disfrutar de sus atractivos, navegar entre las olas, degustar su exquisita gastronomía, recrearnos en su arte e historia, y apostar por las posibilidades económicas, empresariales y sociales que se abren. Es inevitable no ligar el Mediterráneo con ese destino de ensueño, el preferido del mundo.
El Mediterráneo encierra contrastes tan maravillosos como tristes, aunque nos centraremos en este presente que nos lleva a un futuro en el que palabras como sostenibilidad, avance, colaboración o desarrollo toman importancia. La orilla europea ve con otros ojos a la africana que a su vez apuesta por resurgir y aprovechar esos recursos naturales que atrae y atraerá inversiones y, por tanto, riqueza a sus pueblos, a su gente. A punto está de terminar un año con sombras, pero también luces.
No olvidemos el clima que hace que los países del Mediterráneo ofrezcan un auténtico abanico de posibilidades y se conviertan en destinos preferentes del sector turístico. La economía de Italia, Grecia o España están totalmente ligadas a la industria turística. Y qué decir de los cruceros por ese mar de aguas azules. Al otro lado, están Túnez, Marruecos o Egipto, cuyas playas, patrimonio y culturas milenarias han sabido engatusar al turista hambriento de conocimiento y disfrute. Según Exceltur, los resultados turísticos en el Mediterráneo han sido buenos, empezando por España, pero principalmente en la zona oriental y en los Balcanes, y destaca el crecimiento en Albania, Croacia y Turquía.
Es interesante también el ranking ICCA (International Congress and Convention Association) que analiza los países y ciudades que mayor número de congresos o reuniones han celebrado y que muestra que en 2022, entre los 10 primeros se encuentran países del Mediterráneo como España, Italia, Francia o Portugal. Estados Unidos es el país que encabeza la lista.
Cuando el forastero recorre las riberas del Mediterráneo con una guía monumental en la mano, termina con una sensación de grandiosidad que transforma la capacidad de valoración y admiración de sus sentimientos. Nunca sabrá qué le impresionó más si la Alhambra de Granada, los mosaicos de hace dos siglos que se conservan en Pafos (Chipre) o las Pirámides de Egipto, después de contemplar la grandeza de Versalles, el Coliseo o el Panteón de Roma o la Acrópolis y el teatro de Dioniso de Atenas, sin olvidar, la mezquita de Santa Sofía en Estambul, los templos ortodoxos chipriotas o la concatedral de San Juan de la Valeta.
Un recuerdo que no cabe imaginar, pero tampoco olvidar cuando se revive el presente, inolvidable del pasado, es el que dejó y perpetuará siempre la Biblioteca de Alejandría, el mejor ejemplo de la voluntad por saber, conservar lo conocido y el deseo de seguir aprendiendo con la Historia. Aquella iniciativa que trescientos años antes de Cristo contrastó y alternó con el ambiente bélico y de conquista del poder que representaba Alejandro el Magno, en aquella época en que la lectura plantaba cara a la supremacía de las armas.
La riqueza monumental y ornamental que el Mediterráneo ofrece al disfrute de la contemplación es incalculable tanto por su grandiosidad como por su variedad. Todos los países que conviven en las riberas ofrecen muestras de la capacidad para el cultivo del arte y la belleza en sus diferentes épocas. Por algo el Mediterráneo se ha convertido y convierte en el protagonista de tantas iniciativas. Recordemos el lema de la feria de arte más importante de España, ARCO, en este año que acaba: “Mediterráneo: un mar redondo”. Esta muestra, cuya comisaria fue la griega Marina Fokidis, se celebró en febrero y consiguió atraer a artistas de distintas ramas con el fin de mostrar esa diversidad tan característica de la región, su derroche de imaginación.
Pesca y agricultura
No cabe hablar del Mediterráneo sin recordar que sus aguas normalmente cálidas y pacíficas, alcanzan los 1.300 metros de profundidad y albergan una rica variedad de peces y moluscos que complementan la producción agrícola y ganadera de la región tanto en las mesas como también como fuente de trabajo para la tradición profesional de los pescadores que, además, imprimen carácter lleno de tipismo en los pueblos costeros.
Y en este camino nos encontramos interesantes iniciativas con fines claros: conservarlo, cuidarlo, vigilarlo. El pasado mes, por ejemplo, conocíamos las medidas que la Unión Europea y otros 20 países acordaban con el fin de mejorar la gestión pesquera durante la celebración en Croacia de la Comisión General de Pesquerías para el Mediterráneo de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Los representantes de los distintos gobiernos se reunían con un objetivo principal: hacer un uso sostenible de los recursos marinos. Según el informe “Estado de la Pesca en el Mediterráneo y Mar Negro” de la FAO, en el último año, la sobrepesca ha caído un 15%, situándose por vez primera por debajo del 60 %, datos que preocupan, pero que indican que la sobreexplotación se va disminuyendo.
El Mediterráneo necesita acciones de este tipo en distintos frentes, pues tampoco se nos escapa que es un mar castigado por distintos factores como el cambio climático. La lucha por la sostenibilidad para conseguir un futuro mejor para las generaciones venideras se convierte en algo no ya solo necesario, sino también urgente.
Recientemente se celebraba la cumbre del clima en Emiratos Árabes (Dubái), la COP28, en la que el abandono de los combustibles fósiles y la necesidad de fomentar las energías renovables han sido dos temas claves. Tal y como recogieron los medios de comunicación, un hecho importante de este encuentro ha sido la aprobación de la puesta en marcha de un fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables.
Los países del Mediterráneo de ambas orillas apuestan por un mundo más sostenible, por la conservación de la biodiversidad y el medioambiente con medidas y proyectos que potencien energías alternativas. Marruecos, por ejemplo, ha empezado su carrera por el hidrógeno verde, al igual que España que, de la mano de Iberdrola, prevé en Huelva la mayor planta de hidrógeno verde de Europa.
La agricultura mediterránea es otra de las tradiciones económicas que contribuyen de manera muy apreciada al surtido de las tiendas de alimentación de muchos países. Las verduras, cítricos y frutas de esta región son una aportación más de los países del Mediterráneo. No olvidemos que aquí está el origen de gran parte de los productos agrícolas del mundo. ¿A quién no se le viene a la cabeza el aceite de oliva, el vino, la carne, los cereales? El tener una agricultura cada vez más sostenible se convierte en otro de los objetivos por los que ya se está trabajando con iniciativas como las recogidas en el Pacto Verde Europeo. También en este campo, se está haciendo un gran esfuerzo para su modernización y avance y de una manera lo menos perjudicial posible para el entorno.
También en noviembre se celebraba en Barcelona otra importante reunión, el VIII Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo (UpM) donde, bajo la presidencia del alto representante de la UE, Josep Borrell, participaron veintisiete ministros de Exteriores de la región euromediterránea. En esta ocasión, se habló de la necesidad de garantizar la paz y la seguridad en la zona.
La UpM, formada por 43 miembros, nació con el objetivo de promover la integración y el desarrollo sostenible de la región desde la colaboración entre los países integrantes y para fomentar el desarrollo económico y humano, la transformación digital, la lucha contra el cambio climático...
Nada que despierte interés y curiosidad se escapa a los dos millones y medio de kilómetros cuadrados que convierten al Mediterráneo en el segundo mar interior de la Tierra y el origen de la mayor parte de las grandes culturas, como la romana, la griega, la fenicia o la musulmana. Ahí su pasado, por delante… un futuro lleno de retos.